Una Carta del Santísimo Sacramento al alma extraviada.
Querido hijo:
Estas líneas son para tí, porque no sé de tí y no porque te haya olvidado, sino porque veo que andas con extravío.
Quiero decirte que antes de que nacieras ya te esperaba y ansío el día que acudas a mí.
Porque por tí entregué mi vida. Y cada gota de mi sangre la derramé por tí, pero parece que eso no es suficiente, parece que necesitas más muestras de mi amor; quiero decirte que a pesar del abandono en que me tienes, todos los días te espero en la soledad del Sagrario, sepulcro en el que por tí aguardo pacientemente, deseando a cada instante que acudas a Mí.
Quiero decirte, que cuento con más paciencia, que tú, de tiempo.
Quiero que sepas que a pesar de haberte creado sin tí, no te salvaré sin tí.
Ven y búscame que Yo aguardo.
No importa el olvido en que me tengas, siempre has estado en mi mente.
No importa el peso de tu carga Yo la haré más ligera.
No importa qué tan lejano te sientas, siempre estás en mi corazón.
Sólo ámame, como te amo a tí.
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