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La Aparición Mariana que Prometió el Cielo

Nuestro Señor Jesucristo pidió que se propagara la devoción al Inmaculado Corazón de María que está muy ofendido; se trata de la Comunión Reparadora de los 5 primeros sábados de mes.



La Santísima Virgen María nos quiere en el Cielo y lo ha puesto al alcance de todos. ¿Qué es lo único que nos pide? Que abracemos la devoción a Su Inmaculado Corazón. Ésta es una promesa que hizo en Fátima, Portugal, en 1917.


Leyendo las “Memorias de la hermana Lucía” es posible sentir “un poco de celos” por Jacinta, Francisco y Lucía, los tres pastorcitos a los que se apareció la Santísima Virgen y a los que les garantizó el Cielo en su aparición del 13 de Mayo de 1917, según relata Sor Lucía en sus Memorias:


– No tengáis miedo. No os voy a hacer daño.

– ¿De dónde es Usted? – le pregunté.

– Soy del Cielo.

– ¿Y qué es lo que Usted quiere?

– Vengo a pediros que vengáis aquí seis meses seguidos, el día 13 a esta misma hora. Después os diré quién soy y lo que quiero. Después volveré aquí aún una séptima vez.

Y yo, ¿también voy al Cielo?

– Sí, vas.

– Y, ¿Jacinta?

– También.

– Y ¿Francisco?

– También; pero tiene que rezar muchos Rosarios.


El Cielo es para todos


Pero no hay razón para sentir celos, pues a todos nosotros también nos lo ofreció. En su tercera aparición, el 13 de Julio de 1917, después de haberles mostrado el Infierno,  la Virgen dijo a los pastorcitos:


“Él quiere establecer en el mundo la devoción a mi Inmaculado Corazón; a quien la abrace, prometo la salvación, y serán queridas de Dios estas almas como flores puestas por mí para adornar su trono.”


Los pastorcitos, incluyendo a Jacinta que tenía 7 años y era la más pequeña de los tres, fueron los primeros devotos del Inmaculado Corazón de María:


Poco tiempo antes de ir al hospital (Jacinta), me decía:

– Ya me falta poco para ir al Cielo. Tú te quedas aquí para decir que Dios quiere establecer en el mundo la devoción al Inmaculado Corazón de María. Cuando sea el momento de decirlo, no te escondas. Di a toda la gente que Dios nos concede las gracias por medio del Inmaculado Corazón de María; que se las pidan a Ella; que el Corazón de Jesús quiere que, a su lado, se venere el Inmaculado Corazón de María; que pidan la paz al Inmaculado Corazón de María, que Dios se la entregó a Ella. ¡Si yo pudiese meter en el corazón de todo el mundo el fuego que tengo dentro de mi pecho, quemándome y haciéndome amar tanto al Corazón de Jesús y al Corazón de María!


De la devoción y la gran promesa


El 10 de Diciembre de 1925 la Santísima Virgen se apareció a Lucía; Jacinta y Francisco ya habían muerto y ella era postulante de las Hermanas de Santa Dorotea. En dicha aparición le explicó la Comunión Reparadora, de la que les habló en 1917, devoción que pretende reparar el Corazón de María. Todo fue descrito en un documento titulado: “Texto de la gran Promesa del Corazón de María”, porque es la expresión de una gratuita y misericordiosa Voluntad divina, de darnos un medio de salvación fácil y seguro.


“Di que todos aquellos que durante cinco meses, en el Primer Sábado se confiesen, reciban la Sagrada Comunión, recen el Rosario y me hagan 15 minutos de compañía, meditando en los 15 misterios del Rosario, con el fin de desagraviarme, Yo prometo asistirles en la hora de la muerte con todas las gracias necesarias para la salvación de sus almas.”


Consultado en otra aparición a Sor Lucía, Nuestro Señor Jesucristo concedió que la confesión se pudiera realizar hasta ocho días posteriores, siempre que al comulgar se esté en gracia y se tenga la intención de desagraviar al Inmaculado Corazón de María.


Tú, al menos, procura consolarme 


“Mira, hija mía, mi Corazón, cercado de espinas que los hombres ingratos me clavan continuamente con blasfemias e ingratitudes.”


Se quiere reparar el Corazón Inmaculado de María por las blasfemias :

1. Contra su Inmaculada Concepción.

2. Contra su Virginidad.

3. Contra su Maternidad Divina, negándose al mismo tiempo a aceptarla como Madre de toda la humanidad.

4. De aquellos que buscan públicamente inculcar en los corazones de los niños la indiferencia, el desprecio e incluso el odio contra la Madre Inmaculada.

5. De los que la ofenden directamente en sus Imágenes Sagradas.


El mismo Jesús, como niño, se apareció a Sor Lucía para apremiar la difusión de esta devoción, le dijo a Lucía: “Ten compasión del Corazón de tu Santísima Madre que está

cubierto de espinas que los hombres ingratos continuamente le clavan, sin haber quien haga un acto de reparación para arrancárselas.”


El Padre Carlos Pío del Inmaculado Corazón, fundador de FRICYDIM, una comunidad religiosa cuyo carisma es, entre otros, estar al servicio del triunfo del Inmaculado Corazón de María, agrega a esta devoción la Consagración personal al Inmaculado Corazón de nuestra Madre; por lo que ponemos a disposición, al final de este texto, una propuesta de oración para realizar la consagración. De hecho, el Papa Juan Pablo II, después de realizar (en 1982)  la Consagración que la Virgen pidió en Fátima, envió el texto de Consagración a todos los Obispos, considerando que la consagración “responde a la expectativa de muchos corazones humanos, deseosos de renovar a la Virgen el testimonio de su devoción y de confiarle sus aflicciones por los múltiples males del presente, sus temores ante las amenazas que incumben sobre el porvenir, sus preocupaciones por la paz y la justicia en cada una de las naciones y el mundo entero.”


Que nos convirtamos en tan especiales devotos del Corazón de María que podamos despedirnos como Francisco y Lucía:


-Lucía: Entonces, adiós, Francisco, hasta el Cielo.

-Francisco:  Adiós, hasta el Cielo.

Y el Cielo se aproximaba. Allá voló al día siguiente (4 de Abril de 1919) a los brazos de la Madre Celestial.


Acto de Consagración al Inmaculado Corazón de María

(Padre Julio Triviño)


¡Oh Madre de Dios y Madre mía! En medio de los trabajos y tribulaciones de la vida, Tú eres mi esperanza, mi refugio y mi consuelo.Heme aquí ahora postrado humildemente ante tu sagrada imagen, para proclamarte dueña absoluta de mi persona y de todo lo que poseo. Te pido en cambio tu protección y amparo y que veles por mis intereses, que no son otros que los tuyos.

Que tu Inmaculado Corazón transmita al mío sus virtudes y su amor; y que me preserve de caer en pecado mortal, causa de todos los males e infortunios. 

Te ofrezco y consagro para siempre mi alma, mi cuerpo y mi vida, para corresponder a tu amor maternal y para reparar mis ofensas y olvidos y los de todos los hombres.

Te prometo ser fiel hijo tuyo, siempre dispuesto a servirte y obedecerte, y a trabajar para que otros también te amen.

Quiero tener siempre presente tu ejemplo en mis pensamientos, en mis afectos y en mis obras, a fin de que todo en mí lleve tu sello, como prenda de mi salvación eterna.

Ayúdame, Inmaculado Corazón de María, a perseverar en estos propósitos, cuyo cumplimiento me asegurarán el que un día pueda contemplarte, con todos los Santos, y junto al Sagrado Corazón de Jesús, en la gloria de Dios. Amén.


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