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La Mujer que se Adentró al Misterio de la Tradición

Descubrió la Misa Tradicional, su belleza, el latín y vivió el crecimiento espiritual que esta experiencia implica. Testimonio de Verónica Flamenco. (Primera parte).



Por Claudia Ortiz


La Misa Tradicional está resurgiendo y va a regresar para quedarse y ser la Misa oficial de todos los tiempos, aseguró Verónica Flamenco, comunicadora católica que libra la lucha contrarrevolucionaria para despertar y formar conciencias desde Estados Unidos.


“Lo estamos viendo, hay un resurgimiento, la gente se da cuenta que tenemos que volver a la tradición -porque la Iglesia es tradicional intrínsecamente, por excelencia, por eso no somos protestantes, porque cultivamos la tradición- la tradición se está difundiendo, la gente lo está pidiendo.”


En entrevista con Adveniat para compartir su testimonio sobre la Misa Tradicional, Verónica sostuvo que la verdadera reforma debe ocurrir cuando la gente tiene el deseo genuino, la necesidad, de conservar lo que es bueno, lo que es justo, como es el caso de la Misa Tradicional, porque “la gente la está pidiendo, quieren conservarla porque la Misa tradicional es un acto de gran justicia para el buen Dios que merece lo mejor.”


“A Dios no se le dan las cosas a medias y el culto tradicional es el que trata de hacer el más grande honor y la mayor reverencia, el mayor culto, la máxima adoración que se le puede dar, que obviamente es a través de la Misa y de la liturgia”, pero en el caso de la Misa Tradicional, lo que se busca es hacerla lo más bella y excelente posible.


Su primer contacto con el latín

Se podría decir que conoció sobre la Misa tradicional en partes. En un primer momento en una pequeña dosis, suficiente para maravillarla, para mover la sana curiosidad por conocer el rito de siempre.


Esto ocurrió a finales de 2018, cuando buscó un templo cerca de su trabajo para poder asistir a Misa entre semana. “Dios me dio la gracia de tener ese deseo”. Llegó a la Santa Misa a las 7 pm, se trataba de un templo chiquitito cuyo interior era muy antiguo, lo cual le resultó sumamente extraño.


No se trató propiamente de Misa tradicional, pero el Altar estaba pegado a la pared, el Padre celebró “ad orientem”, es decir que estuvo todo el tiempo dando su mirada a Dios. “Me quedé maravillada porque durante la Misa, en la liturgia, el Padre iba diciendo algunas oraciones en latín, era la Misa nueva, pero bien celebrada, con una reverencia perfecta. Era algo nuevo para mí.”


Verónica vivió la Misa conteniendo su asombro y al terminar, se quedó rezando hasta que el Sacerdote fue hacia ella.

-Discúlpame, ¿eres nueva aquí?.

-Sí Padre, es mi primera vez en esta Iglesia, respondió Verónica.

-Se te nota, primero que nada porque toda la gente que viene aquí sabe que al terminar la Misa yo cierro la Iglesia, le comentó entre broma y en serio.


El Sacerdote no fue grosero, sino todo lo contrario, fue atento y paciente, tan así que al acompañarla hacia la salida, siguió platicando con ella y contestando sus preguntas. Al final -recuerda- duraron una hora hablando y se convirtió en un gran guía espiritual para Verónica posteriormente.


Le explicó que debía cerrar rápidamente el templo por temas de seguridad por la zona en la que se encontraban (Long Beach), sin embargo se portó totalmente accesible a las preguntas aún llenas de admiración y sorpresa de Verónica, por la Misa en la que había participado.


Tratando de asimilar le preguntó, Padre, explíqueme, ¿qué es esto? ¿Por qué celebran así?. “Imagínate tú, toda mi vida yo católica y jamás había sido expuesta a esa belleza”, con la paciencia y ternura de un padre, el Sacerdote le mostró las fotos del Papa, el Arzobispo, para confirmarle que se trataba de un templo católico, “estás en casa”.


“En la puerta de la parroquia duramos una hora, pero vio una hija genuinamente hambrienta, ¿qué es este tesoro? … ¿por qué la iglesia lo quitó? ¿por qué si esto es tan bonito? Mi alma sintió ese acogimiento como no lo había experimentado antes:”


El Sacerdote le recomendó leer algunos libros para entender y estudiar también la Misa tradicional, Verónica se fue enamorando, intentaba asistir diariamente y al año siguiente se decidió por fin a asistir a Misa tradicional.


¿Qué es este tesoro?

“Fue toda una experiencia, desde el inicio hasta el fin, viví algo completamente nuevo para mí, diferente, tan sublime, tan bello; desde la entrada del Sacerdote ver su vestimenta, ver a por lo menos doce acólitos, ¡nunca había visto tantos monaguillos!” 


Respecto al tema de los acólitos, entendió después que los monaguillos debían ser todos varones porque el acolitado va inculcando en los niños la vocación sacerdotal, para que los niños puedan estar abiertos al llamado, por eso esta actividad debe estar reservada para los varones..


“¡Yo de chiquita fui monaguilla!, pero entendí esos detalles y fue algo hermoso,  … la cantidad de incienso que se elevaba como en una nube … ver a todas las mujeres, la mayoría con velo, vestidas modestamente. Yo no llevaba velo porque no sabía, pero aprecié los cantos gregorianos, tomé el Misal y observé atentamente, y lo que más me impresionó fue la cantidad de citas bíblicas, ¡toda la liturgia de principio a fin son salmos! … todo es palabra de Dios, es la experiencia más bíblica litúrgica que se puede imaginar.”


Por la experiencia anterior, ya estaba acostumbrada al altar pegado a la pared, al Sacerdote celebrando “ad orientem”, pero vivir toda la experiencia completa le ayudó a enfocarse en Cristo.


“Luego hay tanto que te sientas, te paras, te hincas; que cada vez que se pronuncia el nombre de nuestro Señor Jesucristo debes hacer un acto de adoración con la cabeza, ¡yo. estaba perdida!, pero trataba de seguir a la gente y no me permití que la frustración llegara a mi corazón.”


El paso más difícil: ¡el velo!


Verónica decidió regresar a la Misa tradicional y se puso a trabajar para poder vivirla lo mejor posible. Comenzó a aprender las oraciones, compró el librito, aprendió lo que debía responder y dedujo que debía cuidar su atuendo, por lo que con esta buena excusa se fue de compras para adquirir los vestidos más modestos posibles.


Pero lo que aún no compraba, era el velo. ”Me daba vergüenza usarlo”; sin embargo advertía la belleza de las mujeres son su velo, por lo que le pidió a la Santísima Virgen María que la ayudara a vencer esa vergüenza. “No quiero parecer la santurrona, pensaba y todas esas cosas absurdas que se te vienen a la mente; tenía esa resistencia pero con la ayuda de la Virgen Santísima, la mujer por excelencia, la más pura, la más honesta, la más hermosa, me decidí a usarlo.”


Quiso hacerlo ella misma, fue a una tienda de telas y compró un encaje, lo cortó y lo cosió. 

“me quedó más o menos decente”, dijo. Pero compró una tela negra y hasta después supo la costumbre de que las mujeres casadas son las que utilizan el velo negro, que es un signo de que ya está muerta al mundo y reservada para su esposo.


Pero salvando ese tema, utilizar su velo marcó un antes y un después, de hecho al contarlo Verónica se conmovió y con un nudo en la garganta contuvo las lágrimas para decir cómo fue la primera experiencia de utilizar el velo:


“Me sentía diferente, desde que me lo puse entré a la iglesia, me sentía diferente, no te puedo explicar, era … cómo una sola pieza… ¡una pieza! te puede causar un impacto interior, un cambio espiritual…  Hay algo porque es un símbolo y es un sacramental, te reviste. Yo sentí como que Dios me revestía con pureza al ponerme el velo y ese momento …. ( su voz se quiebra ) … me transporto a ese momento porque fue tan especial que fui caminando para recibir la Eucaristía, era como la novia cuando va a ser entregada al esposo, yo me sentí así por primera vez de ir caminando hacia el altar a recibir al esposo de mi alma … fue una experiencia increíble, o sea, cómo una sola pieza puede generar algo tan profundo y cómo Dios se vale de estas cosas para revelarte misterios divinos, para que se dé esa comunión que tú puedes crear con Él de forma más profunda.”


Crecimiento espiritual por el uso del latín

La belleza de la Misa en latín propició en Verónica la necesidad de seguir estudiando, aprenderse todas las oraciones, introducirse en los cantos gregorianos, aprender el Rosario en latín. 


Aunque tú no estés plenamente consciente -asegura Verónica- todo este proceso te va ayudando en tu crecimiento espiritual por el hecho de rezar en latín. “Hay gente que te dice, da lo mismo rezar en cualquier lengua. Bueno, ¡no!, porque con la autoridad que Dios le ha dado a la Madre Iglesia, declara la lengua oficial como la lengua en latín, o sea es la lengua de los santos … no por nada los Sacerdotes exorcistas utilizan las oraciones en latín para expulsar los demonios, o sea el demonio odia el latín. No es una lengua muerta, es una lengua que da vida y es muy poderosa también, es palabra de Dios y dicha en un lenguaje que es bastante puro, entonces todo eso te va a acercando cada vez más a Dios y va creando esa profundidad, esa comunión con Él, que es lo que más desea, valerse de todas estas cosas que nos ha dado y pone a nuestro servicio para que lo conozcamos más y lo amemos más.”


La Misa en latín, considera Verónica, detona no sólo el primer llamado a cumplir con el precepto y asistir a Misa, sino otros llamados que es el anhelo de vivirla, aprender y profundizar en el latín, la belleza de la liturgia, el uso del velo y el crecimiento espiritual que todo este acercamiento produce. Produce también esa hambre por seguirte alimentando propiamente de la Misa y toda su riqueza, además del reto de vivir todo ello fuera del templo, en la vida cotidiana. 


“Esa hambre por seguir conociendo y seguir profundizando, es el más grande efecto que ha podido tener la Misa tradicional en mi vida. Siempre estaré agradecida con Dios por haberme permitido descubrir esa belleza y esa riqueza tan grande y tan maravillosa que en el nombre de Dios va a regresar y va a ser la Misa oficial de todos los tiempos.”


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