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Una Respuesta a la Crisis de Vocaciones: El Caso de Lu

La oración y la generosidad son una combinación perfecta para que Dios conceda vocaciones sacerdotales y religiosas; y por supuesto, el testimonio también forma parte de la ecuación. El mejor ejemplo de ello es Lu, un pequeño pueblo italiano perteneciente a la provincia de Alessandria cercano a Turín, conocer esta historia y ponerla en práctica salvaría al mundo.



Por Claudia Ortiz


El mundo necesita Sacerdotes, mejor aún si son buenos Sacerdotes. Necesitamos hombres generosos que, a ejemplo de Cristo, entreguen su vida para dárnosla por medio de los sacramentos, para que nos conduzcan por el camino que nos lleve a la salvación.


Desgraciadamente los números en la actualidad no nos favorecen, cada vez hay menos católicos y cada vez hay menos Sacerdotes. De acuerdo a los datos publicados por la Agenzia Fides, Órgano de información de las Obras Misionales Pontificias, al 31 de Diciembre de 2020 había 1,359’612,000 católicos en el mundo (17.73% de la población mundial) y se registró un descenso en la cantidad total de Sacerdotes, alcanzando el número de 410,219 Sacerdotes en el mundo, esto significa que ni el 1% de la población católica mundial siente el llamado al Sacerdocio y lo consolida. De estos números también se desprende que a cada Sacerdote correspondería atender pastoralmente a un total  de 3,314 personas, si es que estuvieran repartidos geográfica y equitativamente; sin embargo hay zonas en las que el porcentaje de católicos y de Sacerdotes decrece considerablemente, como es el caso de Europa. Además, un Sacerdote para 3,314 personas, representa una labor titánica tomando en cuenta todas las responsabilidades que tiene un Sacerdote:


Administrar los Sacramentos (Eucaristía, Bautismo, Penitencia, Matrimonio, Unción de los Enfermos).


Enseñanza de las Verdades de la Fe (Predicación en homilías y formación en catequesis y charlas formativas).


Gobierno de los católicos (Guiarlos por el camino al Cielo, corregirlos cuando es necesario, darles dirección espiritual).


El Sacerdote es elegido por Dios, ungido y separado para realizar todas estas labores.

¿Por qué entonces, para realizar una misión tan importante, hay cada vez menos Sacerdotes? Es un problema de generosidad.


La generosidad y el sacerdocio


La Dra. María del Pilar Calva lo explicó durante el 3er Congreso Summorum Pontificum que se llevó a cabo en Guadalajara: Se trata primero de la generosidad dentro del matrimonio en la transmisión de la vida; a más hijos, más vocaciones.


La tasa de fertilidad (número medio de hijos que una mujer da a luz durante su vida fértil) en el mundo es de 2.3 hijos. De acuerdo a un estudio publicado por Institute for Health Metrics and Evaluation, en el año 2050, más de tres cuartas partes (155 de 204) de los países no tendrán tasas de fecundidad lo suficientemente altas como para seguir manteniendo el tamaño de su población.


En México, según datos del INEGI en el 2020, siete de cada diez mujeres de 15 años y más reportaron ser madres y en promedio, las madres mexicanas tenían entonces en promedio 2.2 hijos.


La crisis vocacional se debe a una crisis de natalidad, determinó la Dra. Pilar en su ponencia, aunque por supuesto también refleja una total crisis espiritual, ya que los católicos están ignorando el fin del sacramento del matrimonio. Cada vez más mujeres se casan decididas a no tener hijos, a tener solo uno o a solo tener “perrihijos”.


¿Qué dice la Iglesia sobre el fin del matrimonio?


CIC 1652 "Por su naturaleza misma, la institución misma del matrimonio y el amor conyugal están ordenados a la procreación y a la educación de la prole y con ellas son coronados como su culminación" (GS 48,1).


«Los hijos son el don más excelente del matrimonio y contribuyen mucho al bien de sus mismos padres. El mismo Dios, que dijo: "No es bueno que el hombre esté solo (Gn 2,18), y que hizo desde el principio al hombre, varón y mujer" (Mt 19,4), queriendo comunicarle cierta participación especial en su propia obra creadora, bendijo al varón y a la mujer diciendo: "Creced y multiplicaos" (Gn 1,28). De ahí que el cultivo verdadero del amor conyugal y todo el sistema de vida familiar que de él procede, sin dejar posponer los otros fines del matrimonio, tienden a que los esposos estén dispuestos con fortaleza de ánimo a cooperar con el amor del Creador y Salvador, que por medio de ellos aumenta y enriquece su propia familia cada día más» (GS 50,1).


El egoísmo, sin embargo, ha ignorado este llamado de Dios mismo, ya que se opone al éxito del mundo que “impide el desarrollo y el éxito de las mujeres”, los hijos se consideran un obstáculo para sus carreras y en fin, muchas otras trampas que ha impuesto el mundo.


Sin embargo, unas cuántas décadas atrás, un grupo de madres de familia pensaban diferente.


¿Qué pasó en Lu?


Las madres de familia se pusieron de acuerdo y se unieron con un mismo fin. No para exigir derechos para las mujeres, igualdad de oportunidad y condiciones laborales, no para protestar por el patriarcado que existe en este mundo. A finales del siglo XIX las madres de Lu se pusieron de acuerdo para rezar por las vocaciones, para que floreciera en su hogar una vocación religiosa o sacerdotal.


Con el apoyo del Párroco del templo de San Nazario, Monseñor Alessandro Canora, las madres de familia asistían todos los martes a la adoración del Santísimo Sacramento y rezaban juntas por las vocaciones y todos los primeros domingos del mes recibían la comunión con esta intención. Al final de la Misa se juntaban y nuevamente rezaban juntas con el mismo pedido en el corazón.


Dios escuchó sus plegarias y, de 1881 - cuando comenzaron a reunirse - hasta 1946, cuando se dio a conocer un conteo de las vocaciones, habían surgido 323 vocaciones, entre sacerdotales y religiosas en este pequeño pueblo en el que no hay actualmente más de 1500 habitantes.


Éste es el claro ejemplo de que la oración de una madre por sus hijos, es escuchada.

También queda constancia de que las familias generosas pueden dar muchos frutos. Generosas porque están abiertas a la vida, generosas porque quieren ofrecer a Dios al menos uno de sus hijos y que con su testimonio generoso dan ejemplo a los hijos que reciben el llamado y lo atienden con generosidad.


Aquí ocurre un círculo virtuoso, pues al mismo tiempo que las vocaciones surgieron de estas oraciones, también fueron testimonio y ejemplo para motivar más vocaciones en Lu, como puede ocurrir y ocurre en las Parroquias, en donde el testimonio de los buenos Sacerdotes o los religiosos, siembran la semilla para nuevas vocaciones.


En Lu, cada diez años todos los Sacerdotes y los religiosos vivos, acudían a su pueblo natal de cualquier lugar del mundo a donde habían sido enviados, para dar gracias a Dios por las vocaciones.


En la Fraternidad Sacerdotal San Pedro existe un apostolado con el mismo fin, se trata del grupo de Nuestra Señora del Consuelo, en el que las mujeres se unen para pedir por sus esposos, hijos y por los Sacerdotes. En este apostolado se promueve la misma oración que se rezaba en Lu:

¡Señor, haz que uno de mis hijos llegue a ser Sacerdote!

Yo misma quiero vivir como buena cristiana y quiero conducir a mis hijos hacia el bien para obtener la gracia de poder ofrecerte, Señor, un Sacerdote santo. Amén.


El reto hoy no solo es pedir por las vocaciones, sino por los matrimonios, las madres, las familias, para que respondan al fin para el que Dios les ha creado; que la virtud de la generosidad se multiplique y que los números se reviertan.


Señor, necesitamos mayor número de sacerdotes, multiplica las vocaciones y santifica más y más a nuestros sacerdotes. Te lo pedimos por la Inmaculada Virgen María de Guadalupe tu dulce y Santa Madre. Oh, Jesús, danos muchos y santos sacerdotes según tu corazón. Amén.




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