top of page

Vida Para Unos, Muerte Para Otros

Una sola comunión podría alcanzarnos la santidad; sin embargo una comunión mal realizada, sin preparación, sin confesión, estando en pecado mortal, podría ser ocasión de nuestra condenación.



Por P. Jorge Hidalgo


En el marco de la fiesta del Corpus Christi quiero analizar una frase de Santo Tomás de Aquino: Oh Sagrado Banquete en el que el alma recibe a Cristo, se renueva el memorial de su pasión, la mente se llena de gracia y se nos da en prenda la gloria futura.

 

Esta única frase nos ofrece tres diferentes miradas hacia la Eucaristía, una mirada hacia el pasado, una mirada hacia el presente y una mirada hacia el futuro, y quiero enseguida reflexionar una por una.

 

Primera parte: Oh Sagrado Banquete en el que el alma recibe a Cristo, se renueva el memorial de su pasión.


Esta frase nos ofrece una mirada hacia el pasado, que no puede ser otra sino la Pasión de Cristo, en donde todos los Sacramentos tienen su origen y desde donde podemos elevarnos al Cielo, tener acceso a Dios.


El costado abierto de Cristo, desde donde brotó sangre y agua, es considerado por los Padres de la Iglesia como el símbolo de donde brotaron todos los Sacramentos. Por esa razón sin la cruz no habría bautismo, no habría perdón de los pecados, sin la cruz no existiría la Santa Misa. Dice San Pablo que nosotros hemos sido sumergidos en la muerte de Cristo con el bautismo y por eso es que nuestros pecados quedan perdonados en la confesión, porque Cristo murió por nosotros.


Es por eso también que la Santa Misa -como dice el Concilio de Trento en contra de los protestantes- es ante todo el Santo Sacrificio de Cristo, sacrificio incruento, pero sacrificio real, por lo tanto debemos asistir a la Santa Misa con la devoción con la cual estuvo la Virgen Santísima, San Juan y las otras Marías al pie de la Cruz, con el corazón partido de dolor, rezando, contemplando, pidiendo perdón a Dios por los pecados del mundo entero.

 

Segunda parte: La mente se llena de gracia


Esta frase nos concede una mirada hacia el presente, el efecto de la Eucaristía cuando la consumimos. (Por mente quiere decir todo, quiere decir el alma, la inteligencia, la voluntad, los sentimientos o las pasiones, etc.) Éste es el efecto más hondo que quiere hacer el Santísimo Sacramento, la gracia más profunda que quiere realizar Jesús con su presencia sacramental en el altar, es que el alma se llene de gracias, es lo que debe ocurrir en el momento presente.


Claro que esto no ocurre con todos como dice el cántico Lauda Sion, que la Liturgia sugiere rezar para este día: Lo recibe uno, lo reciben mil, tanto éste como aquel nadie puede consumirlo, es vida para unos y muerte para otros, buenos y malos, todos lo reciben, pero con diversos resultados. Es muerte para los pecadores y vida para los justos, mira cómo un mismo alimento tiene efectos tan contrarios.


Eso es lo que ocurre porque no todos reciben bien el Santísimo Sacramento, ya lo dice San Pablo en la Carta a los Corintios: El que come y bebe indignamente el Cuerpo del Señor, come y bebe su propia condenación. Esta es una triste realidad que debemos recordar, porque en la actualidad mucha gente comulga sin estar en gracia, sin una previa preparación y sin confesión, pasan igualmente a comulgar como si fueran a recibir una estampita, o un papelito.


Por eso Santo Tomás hace muy bien en recordar que no todos reciben la gracia, los malos reciben la condenación. Entiéndase por malos aquellos que no están confesados ni en gracia de Dios.


Pero aun así, entre los buenos, entre los que están bien confesados y los que reciben el Santísimo Sacramento con fruto, no todos reciben ésta gracia con las mismas disposiciones.


Fijémonos en los Santos, muchos de los cuales recibieron pocas comuniones en su vida y que son santos de altar, o aquellos que estaban dispuestos de ir al martirio antes de faltar a la Santa Misa, antes de dejar de recibir a nuestro Señor. Pensemos, por ejemplo, en los mártires de Abitinia, en el siglo III, que fueron condenados a muerte por Diocleciano, que era el emperador, y determinó que morirían todos los que asistieran al Santo Sacrificio. Todos prefirieron morir, diciendo esta frase, casi a coro: Sin el domingo no podemos vivir.


¡Qué comparación la Iglesia tibia hoy en día! Católicos que faltan a Misa porque hay carreras, fútbol, porque están durmiendo o porque van a recibir visitas; porque no se acaba la película o cualquier pretexto… Pareciera que fuéramos de una Iglesia distinta, una Iglesia mediocre sin duda.


Muy lejos estamos de la devoción de los santos, que con una comunión llegaban a la Santidad. Recordemos, por ejemplo, a la Beata Imelda, la patrona de los niños que van a hacer su Primera Comunión. La Santa Hostia salió milagrosamente del copón y quedó suspendida en el aire, delante de ella. Entendió el sacerdote que Nuestro Señor quería ir a esa pequeña alma, que desde hace tiempo pedía recibir a Jesús Sacramentado. Ella lo recibió una sola vez, y ese mismo día murió, haciendo su acción de gracias.


O pensemos en los pastorcitos de Fátima, San Francisco y Santa Jacinta Marto, que recibieron dos veces la Comunión y son santos de altar; o en Santa María Goretti, que recibió 3 veces la Comunión, y es mártir. Murió para conservar su castidad antes que pecar; perdonó al agresor y logró después su conversión.


Y nosotros, cuántas cientos o incluso miles de comuniones hemos recibido; y seguimos luchando con los mismos defectos desde hace años… Porque no todos reciben ésta gracia con las mismas disposiciones.


Cuando hay almas entregadas a Dios, con una sola comunión se puede llegar a un alto grado de vida de Santidad; por eso en la Santa Comunión el alma se llena de gracia, éste es el efecto principal que Dios quiere causar en nuestra pobre alma.

 

Tercera parte: se nos da en prenda la gloria futura.


En esta frase que dice Santo Tomás hay una mirada del Santísimo Sacramento hacia el futuro, porque pensamos en el libro del Apocalipsis, donde se ve la liturgia celestial, donde se ve el Cordero que es el único digno de abrir el Libro y romper sus sellos. El Cordero que ha sido degollado pero que vive, ése cordero es el que se ofrece aquí.


Ésta fue justamente la reacción de Scott Hahn cuando conoció la Misa. Él y su esposa eran protestantes episcopalianos, pero Scott entró a una Misa católica y dijo: esto es el Apocalipsis, y se convirtió.


Si los católicos tuviéramos esa disposición de comprender que los símbolos de la liturgia son un anticipo en la tierra de lo que ocurrirá en la eternidad. Pensemos en Santo Tomás, que siendo el teólogo más grande de todos los tiempos y después de haber escrito innumerables documentos y dictado a más de cuatro personas al mismo tiempo, tuvo un éxtasis místico el 6 de diciembre de 1273. Después de eso dijo que todo lo que había escrito era paja; era nada comparado con lo que había visto y dejó de escribir.


Por eso es que los santos que tuvieron revelaciones místicas en vida, descubrieron que el Cielo está en el altar. Por eso eran capaces de adorar a Cristo como nadie, eran capaces de asistir a Misa no sólo los domingos porque es obligación, sino de venir a Misa todas las veces que sea posible.


Está el caso de San Luis Rey, que iba a Misa todos los días dos veces para participar en una Misa y en la siguiente para agradecer.


O eran capaces de largas caminatas y dejar los trabajos con tal de no faltar a Misa, como San Isidro Labrador, que los ángeles se aparecían y trabajaban la tierra para que él pudiera ir a la Santa Misa.

 

Tenemos que crecer en devoción a la Santa Misa, a encontrarnos con Nuestro Señor Jesucristo en el Santísimo Sacramento, para que nunca se quede solo, para que Él sea el primer servido y el primer amado.


Que Nuestra Santísima Madre nos ayude a que nuestra vida sea Eucarística y que nuestra existencia sea nada más para amar y adorar a Jesús presente en el Santísimo Sacramento del altar.



0 comentarios

Entradas Recientes

Ver todo

コメント


bottom of page